Mucho antes de que Sintra se convirtiera en refugio de reyes y poetas, era una tierra alta sagrada para las antiguas tribus. Los dólmenes y túmulos funerarios escondidos en las colinas muestran que los humanos vivieron aquí ya en el Neolítico. Luego llegaron los romanos, que vieron algo divino en estos bosques brumosos. Construyeron templos, uno de ellos posiblemente dedicado al domingo, justo donde hoy se alza la Quinta da Regaleira.